domingo, 22 de marzo de 2015

Padeces alguno de estos síntomas? In-felicidad en el trabajo (parte I)


El pasado 20 de marzo se celebró el Día Internacional de la Felicidad. Fue Naciones Unidas quien pensó en: ¡qué bueno sería dedicar un día a reflexionar sobre mi felicidad y tratar de acercarme a todo aquello que me hace feliz!  Y no para dejarlo ahí, en un simple día, sino para tomar conciencia sobre lo que es la felicidad y legitimar el deseo de vivir ese estado de bienestar, como una aspiración universal de los seres humanos.

Pero ¿qué es la felicidad? Me gusta la definición de Jean Paul Sartre "Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace".


Querer lo que uno hace.


Querer lo que uno hace, fácil cuando estamos disfrutando de nuestros hobbies, de buenos momentos con la pareja, la familia, los amigos, o cuando damos un simple paseo. Sin embargo, todo un reto, en otras ocasiones. Y para muchos, un notable esfuerzo cuando se refiere al trabajo. Porque no olvidemos que un altísimo porcentaje de los trabajadores no están a gusto en los empleos que desempeñan.

Lofti EL-GHandouri  publicó en 2007 un libro titulado El despido interior en el que hace un interesante análisis de la infelicidad en el trabajo. Así, compara la progresiva pérdida de motivación con los peldaños de una escalera (las fases te las describo con más detalle en la parte II de este post). Poco a poco y a medida que decae el entusiasmo, uno va abandonando “ciertas cosas que antes hacía”.

¿Qué pasa cuándo dejo de disfrutar con el trabajo?: Sintomatología


Cuando esto ocurre, empieza a hacerse evidente toda una sintomatología (algunas de las que menciona Lofti EL-GHandouri ):

Aplico la ley del mínimo esfuerzo y cumplo con lo estrictamente necesario.
* No comparto mis opiniones ni mis ideas.
* Escondo mi iniciativa y oculto mi creatividad.
* Evito dedicar tiempo al desarrollo de mis habilidades.
* Acepto las decisiones de mis superiores con resignación, sin hacer ningún comentario.
* Me vuelvo irónico y sarcástico respecto a los temas de la organización.
* Opto por racionalizarlo todo, eliminando el aspecto emocional.
* Mi estado de ánimo cambia drásticamente.
* Descuido mi apariencia, mi alimentación,…
* Mi paso por la oficina resulta lento y pesado, mi postura se vuelve decaída y apática.
* Y poco a poco, nos vamos aislando, buscando el pasar desapercibidos.

En resumen, voy abandonando muchas prácticas o comportamientos, sin darme cuenta de que, en muchos casos, hacer aquellas cosas era lo que me daba la felicidad. Problema: no encuentro la fuerza para hacerlas.

Esa desmotivación, además, nos colocamos en una situación que tardará poco en afectar a otras parcelas de nuestra vida personal. El problema del despido interior es que genera, habitualmente, una renuncia que va más allá de lo laboral.

La solución pasa por pensar con detenimiento en la definición de felicidad con la que arranca el post "Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace".

Así que nos quedan dos opciones:


a) Reenfocar nuestra relación con el trabajo tratando de encontrar sentido a nuestra actividad. Esto es, encontrar una fuente de motivación que me le de valor a lo que hago.

b) Superar el miedo a actuar y empezar a hacer “algo” distinto (en ese trabajo o en otro). Algo con lo que realmente nos identifiquemos, aunque inicialmente solo sea una actividad complementaria o aunque, al principio, nos cueste bastante. Es decir, encontrar “tareas” que nos gusten y “hacerlas”.

Querer lo que uno hace”, esta es la clave para disfrutar de la vida.



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