sábado, 28 de febrero de 2015

Presencia


Cuando entras en algún lugar, ¿sientes que los demás son conscientes de tu presencia, notan que has llegado? o, por el contrario, ¿tienes la impresión de pasar desapercibido? A mí me han ocurrido las dos situaciones: la de experimentar una sensación especial, una energía que parecía como si yo reluciera y, además, notaba cómo los demás reaccionaban a mi paso; y la de pasar “sin pena ni gloria”, sintiéndome transparente, vacía y como si no existiera. ¿De qué depende que ocurra una u otra cosa? ¿Qué influye en esas distintas reacciones? 

Estamos hablando de la “presencia”, de tener o no “presencia”.

¿Tener presencia es “llamar la atención”? 

No, es algo mucho más profundo, donde el hecho de “llamar la atención” es un resultado de la presencia, es un resultado que además no se busca. Es tener un “algo especial” que irradia hacia fuera, generando una sensación de poder que viene de dentro (no tiene que ver con el exterior de una persona). La presencia tiene que ver con la actitud interna, con la relación de uno con uno mismo.

Si llevamos la “presencia” al ámbito laboral, podemos hablar de tener o no “presencia de liderazgo”, es decir, de tener la capacidad de conectar con los demás, inspirando una confianza y autenticidad que haga más fácil el comunicar nuestras ideas, el dirigir un equipo, etc. Así es como denomina el Ariel Group a la presencia. Esta entidad, dedicada a la formación de actores y directivos, posee un modelo para “ganar presencia”: 

El modelo de 4 pasos PRES.

P – Presente.
R – Relaciones
E – Expresividad
S – Self, sí mismo, autoconocimiento.

  • P, “estar presente”, el primero de los requisitos, nos lleva a vivir el aquí y el ahora. Presencia es presente. El excesivo peso del pasado o la constante proyección hacia el futuro nos quitan presencia.  En esos casos, estamos en otro momento de vida y no aquí, por lo tanto no podemos conectar con los demás (conexión, segundo de los factores).

  • R de “relaciones”, de empatía, de ver a los otros ¿Para qué? Para reconocerles y para darles ese espacio desde el cual, ellos también puedan vernos. No tiene presencia quien no establece un contacto saludable y equilibrado con el mundo. Las buenas relaciones dan la bienvenida a nuestra “presencia”, las malas, no.

  • La E de “expresividad” está muy vinculada a nuestra capacidad de comunicación, pero no solo referida a la competencia verbal o gestual, sino a la valentía para abrirnos a los demás, para dejar ver nuestros sentimientos y emociones, en lugar de ocultarlos, dificultando con ello que nos conozcan. Es esta capacidad la que genera en los demás, un interés por nosotros y, en consecuencia, una disposición favorable a reconocer, activamente, nuestra presencia.

  • Pero, es sin duda, la S de “self” (palabra muy de moda, últimamente) la que se convierte en columna vertebral de ese PRES. Sin un buen conocimiento de nosotros mismos no habrá “presencia de liderazgo” porque el primer reconocimiento de presencia es el que se otorga uno a sí mismo. Solo si yo reconozco mi propia presencia “con humildad” (componente imprescindible), podré transmitirla en mis interacciones.


Cuatro condiciones, por lo tanto, para desarrollar esta cualidad: actuar desde el aquí y el ahora, reconocer a los demás mediante la empatía, abrirnos en nuestras relaciones y trabajar por mejorar el auto-conocimiento.

La presencia de liderazgo, una competencia importante para poder trabajar en equipo, hablar en público, liderar proyectos, equipos, etc.

La presencia, sin más, esa capacidad que va más allá del “carisma”, y que nos ayuda a vivir en armonía con nosotros y con nuestro entorno.


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