sábado, 13 de octubre de 2012

Construir el propio proceso de cambio




Durante nuestra vida de estudiantes es normal que nos planteemos ¿qué quiero estudiar?, ¿a qué me quiero dedicar? Lo habitual era que la primera elección llegara en la época escolar, ¡¿ciencias o letras?! Pocos años después, había que elegir la carrera profesional,… medicina, derecho,… peluquería, cocina,…ventas,….. Y a partir de aquí, las decisiones se reducían pues el desarrollo laboral se solía enmarcar en el mismo ámbito sectorial o profesional. Sin embargo, las cosas están cambiando.

La actual situación laboral nos incita a efectuar giros profesionales “con mayúsculas”, en los que ya maduros, volvemos a plantearnos esas mismas cuestiones de juventud. ¿Cómo se vive con 40 o 50 años la cuestión de “y ahora ¿qué quiero hacer”?, ¿Cómo se enfoca un cambio total de profesión? A esto dedicaré este post, a poner el acento en algunas de las cuestiones que hacen de este proceso un reto estimulador en el que, si se plantea bien, impera una actitud rejuvenecedora en la que se aprovechan las mayores diferencias respecto a aquellas primeras elecciones profesionales: pleno protagonismo, responsabilidad y compromiso junto con una amplia experiencia laboral.

Son varias las claves que influyen sobre el éxito en el cambio:

1.  Es importante llegar a esa situación desde el deseo y no estrictamente desde la necesidad. En numerosas ocasiones nos vemos obligados a cambiar radicalmente de profesión porque otros lo han decidido. Es el caso de muchos desempleados que tiene que buscar urgentemente una salida laboral en cualquier sector profesional. Da lo mismo lo que salga: camarero, albañil, vendedor,… porque lo prioritario es tener ingresos, ya! También es el caso, de quienes se encuentran ante una encrucijada profesional (cambio de residencia por cuestiones laborales, promoción no deseada, reorientación de funciones, etc.).

En estos casos, es difícil vivir el cambio profesional desde una actitud positiva y entusiasta. La ansiedad por obtener ingresos inmediatos o por no perder ventajas profesionales no deja espacio para hacer elecciones libres. Si bien, es posible enfrentar la búsqueda de empleo y el progreso profesional desde una óptica menos limitadora. ¿Cómo? Complementando el “tengo que” de la obligación con el quiero del deseo, de las preferencias profesionales.

La motivación con la que se aborda un cambio profesional está íntimamente relacionada con el hecho de sentir que uno participa de lo que va ocurriendo. Y solo si manejamos entre nuestras decisiones elementos relacionados con nuestros deseos, además de cuestiones derivadas de nuestras necesidades, podremos sentir que dirigimos nuestra vida. Así pues, deja espacio para lo que quieres, para tus deseos.

Quienes llegan a esta situación sin la presión de tener que cubrir determinadas necesidades vitales o laborales, están, sin duda, en la mejor posición para poder vivir el cambio profesional como una verdadera aventura.

2.  Párate a pensar, concédete tiempo. Evitar que sean las necesidades las que dicten en exclusiva nuestras decisiones es cuestión de adelantarnos a las circunstancias y reflexionar sobre lo que nos gusta antes de que llegue un momento crítico. Parece una sencilla recomendación, pero aquí nos encontramos con una mal hábito: no concedernos periódicamente, un espacio de tiempo para parar y pensar, para hacer una valoración sobre cómo va nuestra carrera profesional y si se ajusta a lo que deseamos.

Es frecuente que una crisis “existencial” sea la antesala de los cambios profesionales buscados y deseados. Una crisis paraliza, bloquea y frena. Y en esa situación, una vez uno comienza a reaccionar, lo que se da a sí mismo es tiempo para pensar. Llegar al deseo de cambio profesional sin pasar por vivencias de este tipo es factible si nos concedemos el espacio de tranquilidad y reflexión, y el tiempo requerido.

Detenerse, cada cierto tiempo. Y valorar qué tenemos y qué queremos.

Una de las razones por la que está creciendo la demanda de procesos de coaching es precisamente el que estos ofrecen y facilitan esos momentos de dedicación a uno mismo, en el que nuestros deseos, valores y objetivos personales se convierten en protagonistas de la conversación entre coach y coachee.

3. Pon claridad en los pasos a dar. El nivel de satisfacción con la que tomo mis decisiones está relacionado con el hecho de que mis preferencias profesionales estén claramente definidas, para mí y para quienes me pueden ayudar en la búsqueda de empleo.

No es suficiente con ponerle nombre a nuestros deseos. Hacer realidad esos sueños exige concreción. Solo llegaré si tengo el camino trazado y solo podré trazarlo si transformo mis ilusiones en objetivos. Concreta tus deseos en objetivos.

Definir objetivos implica aterrizar cuestiones como el qué, cómo cuánto, cuándo,… de cada uno de mis deseos. ¿Qué gano con ello? varias cosas:


  • - En primer lugar, que teniendo claras cada una de esas cuestiones podré valorar de verdad y con conocimiento de causa, el impacto que tendrá en mi vida ese cambio radical de profesión y el esfuerzo que conlleva el conseguirlo.
  • - Además, sabré donde voy a necesitar de mayores apoyos y recursos.
  • - Y lo que es más importante, tendré una guía de etapas que marcará mi proceso,…. y me señalará por dónde empezar.

En la medida en que el cambio profesional que nos proponemos esté más alineado con nuestra experiencia laboral previa, será más fácil determinar los objetivos y actividades de mi plan de acción. Si quiero iniciarme en un sector de actividad totalmente nuevo para mí, este trabajo será, de entrada, bastante más complejo y demandará más tiempo y esfuerzo. Es el momento de valorar seriamente si nuestro deseo de cambio compensa. Y es preferible, plantearse ahora cuál es la viabilidad del proyecto, antes de lanzarse a realizar inversiones de dinero o de tiempo.

Con esto no quiero desanimar a quienes están ilusionados ante la idea de dar un cambio radical en sus vidas; más bien al contrario, recomiendo no echarse atrás en el proyecto de manera apresurada y sin haber identificado los objetivos del plan, o no dar opciones a la búsqueda de soluciones alternativas ante la visión de los primeras dificultades. Y siempre hay un camino, si se busca. Pues, aunque nuestra decisión sea olvidarnos del plan que teníamos pensado en un inicio, este trabajo de reflexión nos permitirá identificar quienes somos, qué queremos, cuáles son nuestros puntos fuertes,… y con ello, nos pondrá en el camino de un nuevo proyecto.

Así pues y a modo de resumen, el hecho de querer dar espacio a mis deseos ante un cambio profesional de cierta envergadura me da protagonismo; el concederme espacio y tiempo para identificar mis deseos genera compromiso conmigo mismo; y, por último, el definir los objetivos que me facilitarán la realización del cambio, me pone en el camino de la responsabilidad.

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